Es cualquier persona (estudiante, enfermera/o, cineasta, CEO, padre, madre o vecino) que reconoce su poder de cambio y se atreve a solucionar un problema por el bien común.

Un emprendedor social es una persona que concibe y persigue incansablemente una nueva idea diseñada para resolver problemas sociales en una escala muy amplia, cambiando los sistemas que sustentan esos problemas.

Una solución novedosa a un problema social que es más efectiva, eficiente, sostenible o justa, que las soluciones existentes y por lo tanto el valor creado se acumula principalmente hacia la sociedad como un todo en vez de en individuos. Una innovación social puede ser un producto, un proceso de producción, o tecnología (parecido a la innovación en general), pero también puede ser un principio, una idea, una pieza de legislación, un movimiento social, una intervención, o alguna combinación de estos. En efecto, muchas de las mejores innovaciones sociales reconocidas, como las microfinanzas, son combinaciones de un número de estos elementos. 

Hay cuatro niveles de impacto de Ashoka para entender los cambios que se pueden generar desde una persona y su organización: se entiende como un espectro en el que la organización y su trabajo se mueven y no hay uno mejor que otro, son niveles de operación diferentes: servicio directo, servicio indirecto/escalado, cambio sistémico y cambio de paradigmas.

El concepto de visión sistémica sugiere un paradigma desde el cual se pueden observar las problemáticas sociales complejas de nuestra sociedad. Desde Ashoka se habla de un cambio sistémico: el cambio sistémico crea un nuevo equilibrio.

En la cultura de la agencia de cambio, los Ecosistemas Sociales se definen como redes complejas e interconectadas de individuos, organizaciones y comunidades que comparten una visión común y valores centrados en la creación de impacto positivo y la transformación social. Estos ecosistemas están impulsados por la idea de generar cambios significativos y sostenibles en la sociedad.
 

Empatía: Capacidad de oír y aceptar las ideas de otras personas, así como de articular las propias. Salir del ‘yo’ para ampliar una visión más profunda del mundo, a partir del reconocimiento de nuevas (y diferentes) miradas, siendo capaz de conectarse de forma activa y consciente con los sentimientos y perspectivas de otras personas.  
 
Trabajo colaborativo: Capacidad de trabajar en equipo, en la diversidad, emprendiendo acciones en grupo a favor de resultados comunes. Ser capaz de liderar, de forma colaborativa, asumiendo roles diferentes y complementarios.  

Liderazgo compartido: Capacidad de tomar iniciativas a favor de la transformación de la realidad social, buscando el compromiso y la participación de todas las personas involucradas. Desarrollarse a partir del despertar del pensamiento crítico, que aporta consciencia para proponer soluciones a los problemas del entorno.  

Creatividad para solucionar problemas: Capacidad de expresarse por medio de diferentes lenguajes y de crear nuevas soluciones para problemas identificados pertinentes para sus realidades. Para lograrlo es necesario dar prioridad a aprendizajes activos y valorar la autonomía y la autoría de las personas.