Migrar como semilla de cambio para el bien común
América Latina es una región que en su seno alberga a una alta porción de personas en movimiento, que llevan sus raíces a otros territorios y construyen una identidad nueva, fruto del intercambio cultural. Ese crisol abre la puerta a una forma de vivir en sociedad y crear lazos, una manera diferente de construir sentido a partir de las historias y proyectos impulsados por personas migrantes o refugiadas. Porque ellas son verdaderas agentes de cambio.
Al menos el 3,6% de los habitantes del mundo viven fuera de sus países de origen, según datos del World Economic Forum(1). Detrás de las estadísticas hay nombres, anécdotas, historias de vida. Para promover una narrativa inclusiva sobre los procesos migratorios hace falta que las comunidades accedan a información de primera mano sobre los cambios positivos que las personas en movimiento -migrantes que se van de su país de origen o que se mueven dentro de él o personas refugiadas- realizan en los territorios que las acogen.
Marianny Pacheco es líder de Migración de Ashoka y referente de “Hola América”, la iniciativa de esa organización que impulsa soluciones para generar cambios significativos para personas migrantes y refugiadas. Según explica, la narrativa imperante en la sociedad “ubica a las personas migrantes como sujetos pasivos de lástima, compasión e incluso miedo”, lo que encierra un “desconocimiento sobre el amplio valor que tienen los procesos migratorios tanto para las personas que migran como para quienes las reciben”. El desafío es transformar esa mirada, al ritmo de que las personas en movimiento generan cambios importantes en sus comunidades de acogida y en sus redes.
“La estigmatización social que atraviesan las personas en movimiento en su proceso de migración son varios. Entre ellos, el desprecio y la criticidad sobre sus modos de vida”, señaló Yuvinka Sejas, una persona migrante cuyo origen es Bolivia y que actualmente reside en Buenos Aires, Argentina, donde genera cambios positivos para toda la comunidad. “Se pueden entrelazar culturas, encontrarse con otros y otras migrantes y generar apoyo a quienes tienen más experiencia en el espacio”, contó desde su experiencia.
Migrar tiene sus particularidades. “Es un hecho que la migración conlleva desafíos para las sociedades y gobiernos. Pero la verdadera dificultad es que los sistemas no están preparados para recibir e integrar a personas migrantes y refugiadas”, evaluó Pacheco, oriunda de Venezuela. El desafío se profundiza en identidades feminizadas o personas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+ porque “pueden enfrentarse a un doble estigma, primero por ser migrantes y segundo por su identidad de género u orientación sexual”, señaló la integrante de Ashoka.
Según un estudio de “Hola América”, las mujeres migrantes realizan tareas del hogar en una proporción mayor al 30% que sus pares varones pero perciben por esa labor un 25% menos que los migrantes varones y un 13% menos que las mujeres no migrantes. Sobre eso, Pacheco aportó: “Las mujeres resultan muy vulnerables durante las rutas migratorias, a potencial trata de personas, abusos de traficantes, entre otros peligros”.
El impulso para el cambio
Las personas migrantes tienen un “gen emprendedor” que, en principio, las impulsa a cruzar las fronteras. Con ese mismo empuje es que pueden ser agentes de cambio en sus nuevas comunidades, donde desarrollan pertenencia y una identidad que tiene un poquito de cada cultura.
“Con la fusión de identidades, nacerá una nueva cultura dentro de la comunidad que habita”, señaló Sejas. En su caso, organizó un grupo de danza que incluye a todas las personas, independientemente del lugar del mundo donde hayan nacido, y también lidera “Ajayu”, un emprendimiento turístico que muestra la riqueza cultural, histórica y gastronómica del porteño Barrio Mugica, que reúne diferentes pertenencias culturales y étnicas. “Estos encuentros son una manera de romper las barreras de desconocimiento que muchas veces son las que generan los prejuicios”, evaluó.
Hay mucho por trabajar y también por reflexionar sobre un proceso de “implicación social” respecto al movimiento migratorio: “Cuando el movimiento se reconoce como una realidad en lugar de una amenaza, puede desencadenar una transformación muy potente y una profunda colaboración por el bien común”, analizó, a su vez, Pacheco.
Los movimientos migratorios traen consigo la oportunidad de aportar ideas y proyectos que beneficien a todos los miembros de la comunidad al incorporar las perspectivas y conocimientos creados por las personas en movimiento. Es necesario reflexionar sobre el cambio de paradigma que las comunidades deben llevar adelante para hacer del proceso migratorio un paso hacia una sociedad más justa y, así también, deconstruir la narrativa imperante hacia una en donde todas las personas en movimiento puedan ser vistas como agentes de cambio.
1. “Strategic Intelligence: World Economic Report on Migration.” Strategic Intelligence, n.d. https://intelligence.weforum.org/topics/a1Gb0000000LGr8EAG.